Desde que Benedicto XVI anunció su renuncia se sospechaba que el contenido de un informe secreto del caso Vatileaks era el motivo principal de su renuncia.
El 17 de diciembre pasado Benedicto XVI recibió un dossier de casi 300 páginas, dividido en 2 tomos, que guardó en la caja fuerte del departamento pontificio.
“Todo gira en torno a la observación del sexto y séptimo mandamiento”: “No cometerás actos impuros”.
Estaba siendo investigado por corrupción y los jueces le intervinieron el teléfono y descubrieron, además de que se estaba enriqueciendo ilícitamente hablaba con frecuencia con un miembro del coro de la Basílica de San Pedro, un nigeriano llamado Chinedu Thiomas Eheim, que le ofrecía servicios sexuales con jovencitos, seminaristas incluidos.
Los encuentros sexuales, según asegura La Repubblica citando la investigación de los tres cardenales, tenían lugar en una villa a las afueras de Roma, en una sauna, en el propio Vaticano y en una residencia universitaria.
Benedicto XVI decidió que debía dimitir. “El informe se lo entregará al próximo Papa, que deberá de ser lo bastante fuerte, joven y santo para poder afrontar el trabajo que le espera”.
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